jueves, 29 de noviembre de 2012

HOLA A TODOS LOS COMPAÑEROS DEL BLOG,

EL DOCTOR MATEO, SOLICITA LA PARTICIPACIÓN DE CINCO COMPAÑEROS PARA REALIZAR UN PANEL, ELIGIENDO CADA PARTICIPANTE UN PARADIGMA EL CUAL SE DEBERÁ DE DEFENDER EN UN PANEL DE DISCUSIÓN QUE SE LLEVARÁ A ACABO EL DÍA DOMINGO DOS DE DICIEMBRE 2012. POR SU ATENCIÓN GRACIAS

ATENTAMENTE MTRO. ERNESTO H. G.

martes, 20 de noviembre de 2012

http://www.filosofia.buap.mx/Libro%20Dra_Carmen.pdf

FILOSOFIA Y EDUCACION

TEXTO SOBRE FILOSFIA Y EDUCACION QUE COMPARTE EL DOCTOR MATHEOS  GRACIAS
http://www.filosofia.buap.mx/Libro%20Dra_Carmen.pd
fhttp://www.filosofia.buap.mx/Libro%20Dra_Carmen.pdf


DOCUMENTO QUE COMPARTE EL DOCTOR MATHEOS
 GRACIAS 
LA FUNCIÓN SOCIAL DE LA FILOSOFÍA EN EL MARCO DE LAS POLÍTICAS Y TENDENCIAS EDUCATIVAS ACTUALES[1]

José Antonio Mateos Castro[2]
pastiche11@hotmail.com

                                  
Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte'.

José Saramago


Las transformaciones en la Educación Superior, a nivel Internacional como en México, tienen un trasfondo en el que convergen un conjunto de elementos que condicionan con fuerza tanto interna como externamente. Nuestras sociedades se complejizan y requieren de instituciones que contribuyan al manejo de diversas situaciones que tornan difíciles los escenarios presentes y, seguramente futuros. Fenómenos mundiales como la globalización, las crisis económicas, los problemas ambientales y la incesante emergencia de innovaciones tecnológicas, que al mismo tiempo que facilitan la vida y potencializan la interacción humana, producen contradicciones a nivel individual y colectivo.
            Tales circunstancias del entorno internacional y nacional, de manera concreta se reflejan en la educación superior con la apertura del mercado laboral de servicios profesionales, así como las nuevas condiciones internas a las que las instituciones de educación superior se ven sometidas, planteando la necesidad de flexibilizar, expandir, mejorar y hacer compatible el desarrollo de las instituciones entre sí y del sistema de educación superior mexicano con el de otras realidades, con los nuevos requisitos y con los tiempos negociados para el reconocimiento internacional de títulos y grados. Aspectos que de una u otra manera ejercen presión en las reformas de la educación superior desde los organismos financieros internacionales; imponiendo políticas educativas, discursos e imaginarios sobre la excelencia, la calidad, la productividad, la eficiencia, el éxito, la competitividad, que más de las veces se les considera como atributos ontológicamente necesarios de la educación.
            A partir de los años noventa se enfatizan las prácticas de planeación, evaluación, certificación y acreditación, practicas que siguen presentes en la vida de las Instituciones de Educación Superior de nuestro país. Estas son una de las razones por las cuales hoy intervienen en la educación organismos internacionales como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCD)[3], el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM)[4], entre otros, definiendo el telos y las prácticas de la educación en todos los niveles. Es así, que la educación superior mexicana opera en un nuevo escenario de competencia mundial, que es más visible en el marco de los tratados comerciales como el de Libre Comercio de Norteamérica y la incorporación a organismos internacionales[5].
            Dentro de esta aldea y gobierno global, emerge una propuesta educativa mayormente pragmatista que responde a un cambio fundamental de las sociedades capitalistas postindustriales [Mateos, 2011: 27]: El “saber”, fundamentalmente el conocimiento científico-técnico, aparte de ser mercantilizado, se convierte en la principal fuerza de producción. Ante este hecho la concepción pragmatista de la educación propone que la universidad abandone su concepción humanista y se oriente a los principios y lógica del mercado (utilitarismo, ganancia, pragmatismo) global.
Es por lo anterior que la evaluación[6] en la educación superior será sustantivamente un elemento esencial de la modernización de la economía en un Estado modernizador y evaluador. La visión de la calidad de la Educación regulada desde los ejes del financiamiento y la evaluación, son un fenómeno de preocupación global [De Vries, 1999], ya que vincular evaluación y financiamiento somete a las IES a cumplir y mejorar indicadores para adjudicarse recursos económicos combinado con elementos punitivos a las instituciones que no cumplan con los criterios establecidos.
Esta visión empresarial de las políticas del Estado evaluador[7] configura a cada IES como un proceso de producción en donde la calidad de los productos está ligada con la evaluación que permitan a las instituciones conocer sistemáticamente los aciertos y desviaciones de su proyecto académico. Con lo anterior, la acreditación de programas, la planeación estratégica y la transparencia configura un nuevo régimen de gobierno del sistema de educación superior, que ha perdido desde nuestro punto de vista, su dimensión y finalidad esencial, a saber; mejorar aciertos y retroalimentar a las instituciones.
Este contexto provoca un proceso constante de desgaste de las IES, modificando las tareas sustantivas que se le habían adjudicado y tratando de conservar los principios de libertad de cátedra, investigación y su labor social. Además de que se plantea la necesidad de reorientar a la educación superior y la enseñanza de la filosofía en la universidad, ya que no se puede eludir a responder a esta nueva política educativa.
La educación superior enfrenta entonces, el desafío de fortalecer sus objetivos esenciales y de encontrar un equilibrio entre lo que implica la inserción en la comunidad internacional y la atención a las circunstancias propias; entre la búsqueda del conocimiento por sí mismo y la atención a necesidades sociales; entre fomentar capacidades genéricas o desarrollar conocimientos específicos; entre responder a demandas del empleador o conservar sus tareas históricas. Para pensar el asunto,  recuperamos lo que sustenta la UNESCO al respecto.
Este organismo internacional en la conferencia de 1998, afirma que la educación superior no sólo es un elemento de la economía global, sino también es un bien público, un elemento de justicia social. Ahí se señala la necesidad de renovar la educación superior para que la sociedad, que sufre una profunda crisis de valores, pueda trascender las consideraciones meramente económicas y asumir dimensiones de moralidad. Es por eso que también se asevera la pertinencia de formar ciudadanos que participen en la sociedad y estén abiertos al mundo, y para promover el fortalecimiento de las capacidades y la consolidación en un marco de justicia de los derechos humanos, el desarrollo sostenible, la democracia y la paz, valores que muchas de las veces se dejan de lado en el contexto de las competencias. Proporcionando así perspectivas críticas y objetivas a fin de propiciar el debate sobre las opciones estratégicas y el fortalecimiento de enfoques humanistas.
Podemos decir que esta concepción humanista, propone orientaciones generales para la educación superior, de las cuales rescatamos sólo algunas: 1) Promoción del saber mediante la investigación en los ámbitos de la ciencia, el arte y las humanidades y la difusión de sus resultados. 2) Orientación a largo plazo fundada en la pertinencia. La pertinencia de la educación superior entonces debe evaluarse en términos de la adecuación entre lo que la sociedad espera de las instituciones y lo que éstas hacen. Reforzando así sus funciones de servicio a la sociedad. Y 4) Métodos educativos innovadores: pensamiento crítico y creatividad.
La propuesta concreta es formar estudiantes para transformarlos en ciudadanos informados, provistos con sentido crítico y capaces de analizar los problemas, buscar soluciones, aplicarlas y asumir responsabilidades sociales. Para ello será necesario superar el mero dominio cognitivo de las disciplinas, es decir, propiciar la adquisición de conocimientos prácticos y aptitudes para la comunicación, el análisis creativo y crítico, la reflexión independiente y el trabajo en equipos en contextos multiculturales. La enseñanza de las normas relativas a los derechos humanos y la educación sobre las necesidades de las comunidades del mundo entero deberán quedar reflejadas en los planes de estudio de todas las disciplinas, especialmente las que preparan para las actividades empresariales.
A la par de lo dicho, en el libro, La filosofía, una escuela de la libertad. Enseñanza de la filosofía y aprendizaje del filosofar: la situación actual y las perspectivas para el futuro[8]. En él podemos encontrar también algunas respuestas con respecto al papel de la filosofía en la sociedad contemporánea.
En el texto se considera que una disciplina clave de las ciencias humanas es la filosofía, ya que ella se encontraría en el cruce de caminos del devenir de los individuos. Porque más allá de un saber, se trata de un «saber ser». La educación filosófica, con su carga formativa, puede ser abierta y eficaz solo cuando se nutra de los debates en curso que reflejan los problemas siempre nuevos que se plantean a nuestras culturas, y enseña a los alumnos a confrontarse con una diversidad de enfoques y posiciones teóricas. En ese sentido, la actualización de los contenidos de la enseñanza es una condición necesaria para que la formación filosófica no se reduzca a una suma de preceptos morales o de nociones históricas. Una filosofía que se encierra en sus propios claustros, no tiene nada que decir a los estudiantes de otras facultades, es una filosofía debilitada que perderá el lugar que ocupa en los planes de estudio, la universidad y, sobre todo, en la sociedad.
Porque cuando la filosofía es reducida al aprendizaje doctrinario, independientemente de la calidad de los contenidos, se transforma inevitablemente en el vector de un dogmatismo más o menos declarado, que traiciona la esencia misma de la filosofía, que es la de poner en cuestión lo dado, lo supuesto, lo establecido. No obstante, la índole epistémica de la filosofía, su función esencial que consiste en extrapolar estructuras teóricas subyacentes a los objetos culturales, saca su vitalidad del hecho de afrontar los problemas concretos de la vida de las personas y de las sociedades. La educación para la ciudadanía que ofrece la filosofía ayuda a afrontar todas las situaciones que exigen recurrir a una jerarquía de valores. La toma de conciencia de la naturaleza de nuestras elecciones, la capacidad de modelar nuestras acciones según una ley moral y, por ende, de asumir a cada instante una responsabilidad humana y ciudadana, todo ello es el resultado de una educación basada en la enseñanza de la filosofía. De esta manera la filosofía ayuda a los individuos a comprender la complejidad de la experiencia humana.
La educación filosófica enseñanza a aprender a comprender el sentido múltiple de la acción humana, poniendo así al individuo en condiciones de juzgarla no sólo por reacción ante los efectos que produce, sino, también y sobre todo, en el contexto de una dinámica intersubjetiva más amplia, en la que cada individuo no es más que un actor entre muchos otros. La enseñanza de la filosofía encuentra su razón de ser en la liberación de la subjetividad de sus determinaciones particulares, esto es, en la capacidad de abrirse a los demás y transformar un choque entre finitudes cerradas en una interacción racional y abierta. Esa educación en el pensamiento crítico desempeña un papel esencial en la organización democrática de las sociedades contemporáneas, que no es otra cosa que  la protección de la racionalidad.
Por lo dicho, consideramos que la enseñanza de la filosofía no se puede evaluar solo en función de los imperativos históricos que pueden identificarse en un determinado proceso en curso. También cumple con su función en las formas de pensamiento que inspira, mediante las cuales nos enseña en términos de modalidades de análisis y de elaboración de nuestra experiencia de vida.
La educación filosófica es siempre una crítica de las culturas. Cuando se pone al servicio de la libertad, no se propone reemplazar unos contenidos éticos, culturales o políticos por otros, sino que ofrece una crítica focalizada y radical de todo corpus cerrado de creencias, de preceptos o de dogmas. Cuando una enseñanza filosófica se reduce a un adoctrinamiento ético, traiciona entonces su función liberadora. Por ello, la enseñanza de la filosofía sigue siendo el campo decisivo de una batalla entre saber formal, con la moralidad libre y abierta que lo acompaña, y saber dogmático, acompañado por un moralismo autoritario. La formación en la filosofía no puede tener otro objetivo que el de una «emancipación que libere del saber ilusorio» y una crítica de ese mismo saber.
La filosofía, nos enseña de algún modo un lenguaje racional universal, que permite sobrellevar las cristalizaciones históricas que se expresan a través de la diversidad de los sistemas éticos. La presencia de la filosofía en el mundo, en la universidad, expresa la conciencia de la importancia que tiene esa educación en la lucha contra los irracionalismos y las intolerancias emergentes. Para que pueda asegurar plenamente esa función, la enseñanza de la filosofía debe permanecer libre. La libertad académica y la libertad de enseñanza y de aprendizaje de la filosofía son condiciones necesarias para la educación filosófica.
Lo expuesto, hace evidente el papel y función que juega nuestra disciplina y en general las humanidades, en un sistema que pone énfasis en habilidades concretas para hacer cosas y no tanto en la formación de seres humanos, ciudadanos. Ya el viejo Sócrates había expresado que una vida sin reflexión, sin crítica, sin filosofía no valía la pena ser vivida, sabemos las consecuencias de dicha decisión.
El camino de la filosofía ha sido largo y ha acompañado a la humanidad en cada encrucijada histórica, su actitud siempre ha sido la admiración, la duda, el desacuerdo, la discrepancia frente al estado de cosas que guarda el mundo. Así nos lo refiere uno de nuestros filósofos más representativos de nuestro país, Luis Villoro [2003:70]:

La filosofía surge de la perplejidad ante el mundo que nos rodea y de la duda ante todo conocimiento que pretenda comprenderlo. Su condición no es la seguridad que dan nuestras ciencias, sino la insatisfacción que incita a la interrogación permanente, y es esa inseguridad la única que puede conducir a creencias fundadas.

En esa medida, la Filosofía nos permite tener una mayor conciencia del mundo en que vivimos y nos proporciona elementos para comprenderlo y para orientarnos en él.  Pero también para prestar atención y contribuir a la discusión pública de los problemas actuales que nos aquejan, pensar las problemáticas, nos posibilita revelar nuestra naturaleza y nuestro lugar en el mundo, el cómo nos comprendemos dentro de una cultura, de un grupo, de una comunidad y las perspectivas que tenemos dentro de ellas.  Por eso, el compromiso de la filosofía no es un asunto de decisión personal, así lo expresa Jacques Derrida, “al hacer filosofía uno se compromete con el esfuerzo de tener en cuenta a su tiempo”.













Referencias

Altbach, Philip G., Liz Reisberg y Laura E. Rumbley. 2009. Tras la pista de una revolución académica: Informe sobre las tendencias actuales. Resumen       para la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior organizada por la UNESCO en 2009. París: UNESCO.

De Vries, Wietse. “El contexto internacional de las políticas de educación superior en México durante los años noventa: Reformas en evaluación y financiamiento” en A. Acosta (coord.)1999. Historias paralelas, un cuarto de siglo de las universidades públicas en México, 1973-1998. México: UACJ.

Mateos Castro, José Antonio 2011. “Modernidad, posmodernidad y educación superior” en Romano Carmen y Jorge A. Fernández (Coord.). Filosofía y Educación. Perspectivas y propuestas. México: BUAP.

OCDE 2001. Seguimiento de las Reseñas de Políticas Educativas Nacionales: La Educación Superior en México. Internet http://pnd.calderon.presidencia.gob.mx/pdf/PND_2007-2012.pdf (Consultado el             6 de agosto de 2012)

UNESCO. 2011. La filosofía, una escuela de la libertad. Enseñanza de la filosofía y aprendizaje del filosofar: la situación actual y las perspectivas para el futuro. México: UNESCO/UAM-I.

Villoro, Luis, ¿para qué la filosofía? En Vargas Lozano, G., et. al. 2003 Día Internacional de la Filosofía. México: UNAM, 2003.





[1] Ensayo en imprenta en, José A. Mateos Castro, Ángel Xolocotzi Yáñez. Coord. (2012) Los bordes de la filosofía: Educación, humanidades y universidad. México, Editorial Itaca.
[2] Doctor en Filosofía, UNAM.
[3] La OCDE plantea la necesidad de promover el aprendizaje permanente en coherencia con otras políticas socio-económicas, que las universidades y otras instituciones de educación superior (IES) pueden jugar un papel importante en los sistemas de desarrollo de capital humano y de innovación (enseñanza y el aprendizaje en el desarrollo del capital humano), que las IES pueden ayudar a las regiones a ser más innovadoras y globalmente competitivas (tanto con la investigación de las IES a la innovación regional como en la construcción de capacidades regionales para actuar en una economía global cada vez más competitiva
[4] Sustentan una concepción caracterizada por la subordinación de la educación superior a las necesidades de la economía, del mercado laboral, de la sociedad del conocimiento.
[5] El referente de este nuevo contexto son los gobiernos liderados por las naciones más desarrolladas del mundo, que representan los intereses propios y los de las compañías multinacionales. De este gobierno, se desprende una estructura ejecutiva con organismos que operan en los diversos ámbitos; así se tiene que en el orden económico los órganos rectores del gobierno global son el Banco Mundial (BM), El Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización Mundial de Comercio (OMC), que inciden en la políticas educativas de nuestro país.
[6] Al respecto el Plan Nacional de Desarrollo (Visión 2030) expresa los siguiente con respecto de sus objetivos, estrategias y metas;  10) Consolidar el perfil y desempeño del personal académico y extender las prácticas de evaluación y acreditación para mejorar la calidad de los programas de educación superior; 11) 12) Se trabajará para articular un sistema nacional de evaluación, acreditación y certificación, con el fin de fortalecer las prácticas de autoevaluación, evaluación externa de pares, acreditación formal y exámenes nacionales estandarizados a los egresados, las cuales son efectuadas por instancias como los Comités Interinstitucionales para la Evaluación de la Educación Superior (CIEES), el Consejo para la Acreditación de la Educación Superior (COPAES) y el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (CENEVAL), entre otros; 13) Crear y fortalecer las instancias institucionales y los mecanismos para articular, de manera coherente, la oferta educativa, las vocaciones y el desarrollo integral de los estudiantes, la demanda laboral y los imperativos del desarrollo regional y nacional. En esta tarea será necesario considerar, entre otros aspectos, las condiciones socioeconómicas, las aspiraciones y expectativas de los sectores sociales, así como las necesidades actuales y futuras de las economías regionales para configurar los perfiles de egreso y carreras a impartir.
[7] En el Plan Nacional de Desarrollo, el Estado se asume como el garante de que la educación superior responda a las necesidades económicas de las sociedades actuales, ya sea subordinando la política educativa a las necesidades del campo productivo y del mercado, ya sea preparando a los futuros universitarios para que se puedan insertar de la mejor manera en el campo laboral competitivo e incierto de las sociedades del conocimiento. En este contexto la evaluación se presenta como el medio fundamental para la mejora continua. Contribuir a extender y arraigar una cultura de la planeación, de la evaluación y de la mejora continua de la calidad educativa en las instituciones de educación superior, tanto públicas como particulares, a través de: Fomentar las prácticas de evaluación tanto del desempeño de los académicos y de los estudiantes, como de las instituciones de educación superior y de sus programas educativos; Aprovechar la función pedagógica de la evaluación para incidir en la superación del personal académico, en el aprendizaje de los estudiantes y en el mejoramiento de los programas; Promover la certificación de los procesos más importantes de administración y gestión de las instituciones de educación superior.


[8] Cfr. UNESCO. 2011. La filosofía, una escuela de la libertad. Enseñanza de la filosofía y aprendizaje del filosofar: la situación actual y las perspectivas para el futuro. México: UNESCO/UAM-I.

DOCUMENTO QU EMANDA EL DOCTOR MATHEO, GRACIAS

Educación y eticidad en tiempos de la eficiencia[1]
Miguel de la Torre Gamboa[2]



Presentación
Ante la apabullante difusión actual y el impacto generalizado de pedagogías y filosofías de la educación con una perspectiva eficientista y economicista, que sólo reconocen algo valioso en la educación cuando ésta sea capaz de contribuir al desarrollo económico y social, parecieran un despropósito y un anacronismo  hablar de otro modo sobre la educación, reivindicar un enfoque cuyo propósito sea el de aportar respuestas al “qué” y al “para qué” de la educación como fenómeno humano-cultural y organizado en torno de fines de realización humana y de conformación de ambientes sociales de justicia, equidad y solidaridad; sin embargo, y precisamente por la enorme influencia de las pedagogías de la eficiencia es que es necesario reivindicar a la filosofía de la educación como una reflexión sobre la educación en tanto que proceso antropogénico.
Nuestro planteamiento se apoya fundamentalmente en el trabajo de Octavi Fullat y Joan Carles Mèlich, que nos ofrecen una interpretación de la educación como fenómeno humano eticizador, tres son las ideas recogidas:
1.     La idea de que el problema de lo humano es “tener que hacerse”, que no hay otro modo de “humanizarse” sino a través de la educación, y que por ello es necesario hablar de una estructura educanda del hombre. Educarse, entonces, es hacerse parte de un modo de ser humano, lo que nos habla del carácter de lo educativo como proceso creador de sentido y orientado a finalidades propias de un contexto histórico-social. La educación es utopía, es proyecto pedagógico.
2.     La idea de que una función esencial de la educación, es hacer prevalecer la visión antropológica y del entorno del mundo humano que colectivamente se ha construido y se reproduce en la educación y, por ello, que el proceso educativo es también un proceso moralizador, que reproduce una idea de lo valioso y la necesaria adhesión a los valores que representan el  proyecto de humanidad en esa cultura.
3.     La idea de que la educación es también, y aunque parezca un contrasentido, un proceso que no se reduce a la reproducción de los valores de una cultura, sino que es también un proceso eticizador, lo que quiere decir: un proceso en el es posible, por la vía del testimonio, que se configure la conducta ética, la que no reproduce normas y valores, sino la conducta que, sin poder referirse como adecuada o inadecuada a un valor, es respuesta genuina a la interpelación del otro.
Una interpretación de la educación en este sentido, efectivamente, nada tiene que ver con formar a los individuos, eficientizar sus habilidades productivas, especializar, o incrementar sus competencia laborales, cognitivas, prácticas o de otro tipo.
Educación como proceso antropogénico
Octavi Fullat y Joan Carles Melich, hablan de educación como de un proceso en el que cobra forma un modo específico de ser humano, un proyecto de vida colectiva. Octavi Fullat, intentando responder a la pregunta Ontológica ¿Que es educar? habla de una estructura educanda del hombre para explicar a la educación como la posibilidad de existencia del fenómeno humano. "Ser hombre consiste en tener que educarse", dice (1984). En esta expresión se condensa la antropología que él quiere usar como fundamento para su interpretación de la educación como proyecto ético-educativo.
Si ser hombre es tener que educarse, entonces, la educación, es antropogénesis; es decir un proceso en el que los seres humanos se construyen a sí mismos tanto en lo colectivo como en lo individual. Todo proyecto educativo, es también, un proceso moralizador, en él se reproducen continuamente, y no sin cambios, el sistema y la jerarquía de valores que rigen la vida de los miembros de una comunidad y por tanto reflejo de los intereses y las expectativas de quienes definen, para el proceso educativo, finalidades que responden al modo como esa comunidad entiende el para qué del ser humano, del mundo, de la vida colectiva, etc.
En el artículo Del animal insatisfecho a los valores: Lo irreal en socorro de lo real[3], Fullat y Mèlich (1995) desarrollan la idea de que el ser del hombre es la in-satis-facción (lo no suficientemente hecho), la incompletud y la falta;  y que la educación y los valores que ella promueve, intentan resolverla, a partir de la utopía, aunque sin conseguirlo. La educación es proyecto ético-pedagógico en el que lo irreal es invocado en auxilio de lo real. Dicen allí:
“El anthropos se nos aparece como bulto de presencia en un hic et nunc... que denuncia la deficiencia de la bestia humana como ente que sospecha de su propio menoscabo... la positividad originaria se muda de improviso en espectáculo para su propia conciencia... El análisis del acto consciente desemboca en la necesidad de valores... Los valores son irrealidades con las que la conciencia supone poder un día hartar su nada de.” (Fullat y Mèlich, 1995:22)
Los valores, entonces, son el horizonte de salvación, son el contenido de la esperanza de completud y de realización, la posibilidad de salir de la insuficiencia y la insatisfacción, Fullat y Mèlich lo dicen en estos términos:
“El transversal axiológico solicitado por la conciencia mendicante siempre inacabada ¿no señala la posibilidad de un trascendente al mundo que colma las desdichas ontológicas de la conciencia desgraciada suprimiendo la discordancia del ser entre lo solicitado y lo obtenido?” (Fullat y Mèlich, 1995:24)
La asunción de ese horizonte es el cometido de la educación; la educación es el terreno de encuentro y de acción colectiva en que somos llevados a compartir unos valores y a comprometernos con ellos. Nuestros autores lo plantean en los siguientes términos:
“La ética sólo puede constituirse en las interacciones sociales -como la educación- que han asumido la insatisfacción y el impulso de con-vivir más allá del sufrimiento de no-ser, aunque más acá del ser que quiero ser; se constituye en el esfuerzo por acercar nuestro ser al deber ser que imaginamos como salvación del desamparo (hipóstasis, sublimación, idealización, construcción de utopía, o como queramos interpretarlo).” (Fullat y Mèlich, 1995:49)

Es en el proyectó ético-pedagógico que se comparten, se comunican, se esclarecen y se delinean las creencias que conforman la esperanza, por ello es tan importante que la educación no caiga no pierda esta función reduciendo sus expectativas a la capacitación para el trabajo y a ser palanca del desarrollo económico. El proyecto de convivencia, que tiene en la esperanza su sentido, no se asoma a un proceso educativo que no busca sino hacer competitivos a los estudiantes: competitivos en el trabajo, competitivos en el consumo, competitivos en el disfrute, pero no en la búsqueda de horizontes de superación de la penuria.
Educación como proceso eticizador
Así pues, en todo proceso educador se asume, se transmite y se recrea una visión del mundo; pero la educación, puede ser también, y ésta es una idea que recogemos principalmente de Mélich, el proceso y el espacio social, en el que puede tener lugar la eticidad; Él asume que la educación también puede ser el espacio social en el que los individuos aprendan, por la vía del testimonio, por la vía del contacto con el otro, en que consiste la ética, en qué consiste ser ético; El espacio de encuentro en el que se aprende a responder no desde el sistema de valores y principios de la comunidad, sino desde la radical autonomía del sujeto y su capacidad de responder a la interpelación del otro, una respuesta que pondrá,  a quien la aporta, en la posibilidad de existir como sujeto ético.
En La zona sombría de la moral (capítulo del libro: Los márgenes de la moral), Mélich (2010), intenta demostrar que la ética no es un elemento más o menos relevante en la relación educativa, sino lo que constituye a la educación en tanto que “educación”. Su punto de vista es que: la ética es estructural a la relación educativa o, lo que es lo mismo, que sin ética la educación quedaría reducida a puro adoctrinamiento.
Para explicar su punto de vista comienza por intentar resolver el problema de ¿qué cabe entender por ética? y lo hace indicando que la historia occidental ha ofrecido dos grandes respuestas a este problema: la de Aristóteles y la de Kant. De manera muy esquemática dice, que para el primero: Aristóteles, la ética es la práctica de la felicidad, mientras que para el segundo: Kant, consiste en la obediencia a la ley moral. La ética aristotélica gira alrededor de lo que los griegos llamaban Eudaimonía, felicidad y por tanto ser ético consiste en alcanzar la felicidad a través de la virtud, mientras que para Kant de lo que se trata es de actuar por deber, por respeto a la ley.
Mèlich explica que detrás de todo intento de relacionar ética y educación hay una postura antropológico, en su caso, se trata, nos dice, de detrás de la antropología levinasiana: la filosofía de la finitud, cuya tesis central es la de que los seres humanos somos contingentes, que “no podemos eludir lo histórico, la cultura y el lenguaje, la memoria y el deseo, los encuentros (y desencuentros) con los demás, sus presencias y sus ausencias, el sufrimiento y la muerte” (Mélich, 2010:37); pero, se pregunta ¿es posible que surja una ética de esta filosofía de la finitud? su respuesta es afirmativa, nos dice:
“ lo que pretendo argumentar –dice- es, en una palabra, que no somos éticos porque podamos alcanzar principios universales, eternos e inmutables, o porque seamos autónomos en nuestras decisiones y elecciones, o porque obedezcamos a unas leyes o a un código normativo, al contrario lo somos porque no nos queda más remedio que responder de una manera u otra, pero siempre de forma improvisada y provisional, a las interpelaciones que otro singular nos lanza en cada situación de nuestra vida cotidiana”. (Mèlich, 2010:36)
Lo que nos ofrece aquí es, desde luego, una idea de la ética que la separa radicalmente de la moral, que exige distinguir ética y moral. A través del ejemplo de Antígona desafiando a Creonte, al enterrar a su hermano, cuando aquel había prohibido hacerlo, Mélich nos ofrece una idea de la conducta moral. Antígona actúa moralmente al argumentar que su decisión de enterrar a su hermano se encuentra en conformidad con la voluntad los Dioses que obligan a los humanos a dar sepultura a sus difuntos, en tanto que la disposición de no enterrarlo (por haber traicionado a su patria) no es de los dioses, y que no cree que las proclamas de Creonte tengan tanto poder como para que un mortal deba transgredir, en función de ellas, las leyes no escritas e inquebrantables de los dioses; entonces, dice Mélich:
“propongo entender por moral un texto cultural, un conjunto de principios, que ejercen una función normativa y formativa para los miembros de una comunidad en un momento determinado de su historia, un conjunto de principios que otorgan identidad y sentido y que al menos en el mundo occidental, poseen (cierta) pretensión de universalidad”. (Mèlich, 2010:39)
La educación, por supuesto, dice Mèlich, debe moralizar, debe garantizar la asunción de los valores culturalmente compartidos, por parte de los individuos, debe asegurar:
 “…la transmisión por parte de las generaciones adultas de todo ese marco normativo-simbólico. En este sentido, es obvio que toda moral nace en una cultura determinada, que no es posible una cultura sin un tipo u otro de moral y que no puede existir educación sin moral… La moral es fundamental en la formación de las nuevas generaciones por la sencilla razón de que todo el mundo tiene necesidad de puntos de referencia, de modelos que imitar (y, por lo mismo, también que criticar). El referente normativo-simbólico es imprescindible en cualquier proceso formativo, sea en términos de continuidad o de cambio, esto es, bajo la forma de la crítica o de la ruptura.” (Mèlich, 2010: 42).
La ética, en cambio, es algo distinto. Mèlich explica que la ética no tiene nada que ver con normas, deberes, o marcos normativos, sean éstos universales o propios de una cultura; pero que, igualmente, no es un fenómeno ni del ámbito público, ni del ámbito privado, sino de lo que él denomina ámbito íntimo. El ámbito en el que los individuos se ven exigidos de respuestas a la interpelación de los otros. En el ámbito público las respuestas son construcciones sociales, modos de acción compartidos y reconocidos colectivamente como valiosos; en el ámbito privado, las respuestas nacen del interés propio, de la postura individualmente asumida respecto a lo valioso reconocido colectivamente, supone una decisión personal sobre seguir o no las normas, pero las respuestas surgidas del ámbito íntimo, no tienen que ver con lo uno, ni con lo otro, sino con la urgencia de dar cara a la interpelación de ese otro que actúa frente a nosotros en una situación y circunstancia única e irrepetible. Dice Mèlich:
“…La ética es íntima porque es una relación en la que se responde, -en una situación concreta e irrepetible-, a una demanda ajena. Por tanto, a diferencia de la moral que es pública y que siempre tiene, al menos en occidente, una cierta pretensión de universalidad, la ética es una relación íntima y responsiva, singular, en la que se quiebra, se rompe, la universalidad. No hay ética, como pensaba Kant, porque mi acto puede convertirse en ley universal, sino todo lo contrario, porque no puede serlo, (habida cuenta de la precariedad y contingencia del ser humano). De ahí que la ética sea la zona sombría de la moral”. (Mèlich, 2010:48).
Retomando a Elías Canetti, Mèlich explica que la respuesta ética no admite terceros o pluralidades, que no tolera la buena conciencia, rompe el ámbito público o privado, económico o social, porque no responde a la situación de te doy para que me devuelvas; porque no tiene la forma del cálculo o el intercambio, no es negociación o colaboración, es, dice Mèlich, donación gratuita, en este sentido es “…injusta y nunca estaremos en condiciones de saber si hemos actuado correctamente, si nuestra respuesta a la demanda del otro ha sido la adecuada. La respuesta ética no tolera la buena conciencia.” (Mèlich, 2010:49)
Para ilustrar la conducta ética, Mèlich nos trae a la memoria el caso de La respuesta de Sofía,  la madre polaca, en Auschwitz, puesta ante la exigencia de elegir a uno entre sus dos hijos (niño y niña) para entregarlo a la muerte inminente. Reaccionando a la interpelación del niño, Sofía, la madre, decide rescatar a la niña, en un acto irrepetible que no puede ser interpretado ni desde una tradición, una norma, un deber ser, o un cálculo intreresado. Mélich, recuerda las palabras de Baumann (2002:68) quien dice que la ética, es estar obligado a elegir, a dar respuesta a una interpelación en medio de una terrible y dolorosa incertidumbre. “… No es el deber, -dice Mèlich- sea cual fuere éste, sino la adecuación de la respuesta a una situación singular, la que determina la ética. La respuesta al y del otro es el espacio, la zona sombría, en el que se configura la escena ética (Mèlich, 2010:55)
¿se puede, entonces, educar la ética? Si esto es posible, lo será de la mano del testimonio, dice Mèlich, y remite esta idea al Protágoras de Platón, en el que Sócrates deja muy claro que si por educar hemos de entender la trasmisión de algo que uno posee a otro que carece de él, entonces no hay educación ética; sólo si entendemos la educación en el sentido de construcción colectiva de conocimiento, particularmente si la entendemos en el sentido de comunicación de la experiencia a través del testimonio, de la narrativa, de la comunicación desinteresada, es que la educación eticiza. Toda otra práctica, reproduccionista, indoctrinadora, formadora, habilitadora, se aleja de la posibilidad de generar una conducta ética.
Mèlich reconoce no tener una solución clara que ofrecer frente al callejón sin salida que pareciera haberse formado y que aparentemente nos debiera llevar a reconocer que sólo si el alumno es ético ya desde el principio, será capaz de conducta ética, pues los educadores y sus otros compañeros sólo le ofrecerán el testimonio de la conducta ética y él debe poder reconocerla y asumirla. Pareciera haberse llegado a una paradoja al afirmar ética y educación son la misma cosa, que no hay educación sin ética y, por otro lado que la ética no se puede compartir, no se puede hacer objeto de estudio, objeto de trabajo en la formación del estudiante. Mèlich, llegados a este punto, sólo aspira a remarcar su convicción de que “una educación ética no puede venir de otro lugar que no sea el de la transmisión testimonial”. Que no puede ser un contenido de la educación al modo en que lo es, la física o la historia, que no es una cuestión de saberes elaborados, cosificados, convertidos en teoría o técnica, que no se trata de ciencia o adiestramiento práctico. El testimonio no es teoría, no es explicación, no es dato.
Tampoco se trata dar ejemplo de la conducta ética, la respuesta ética no es la que ocurre en tales o cuales circunstancias y en tales o cuales decisiones, no se puede mostrar al modo en que se ofrecer una manera de actuar para resolver un problema técnico o teórico en un video o en una explicación descriptiva en un manual de instrucciones. No se eticiza cuando los profesores se esfuerzan por dar ejemplo de conductas valiosas, recurriendo incluso a la propia experiencia para ponerse de ejemplo o modelo a imitar por sus alumnos. Estas prácticas, dice Mèlich, no conseguirán sino mantener prácticas autoritarias, sin relación con la posibilidad de comprender el sentido de respuesta autónoma, única, propiamente ética. El testimonio, la narración de la experiencia ética, y su explicación como conducta irrepetible, sin el propósito de convertirla en norma, sería la única vía de acercamiento a la ética en el aula. 
“El testimonio -dice Mèlich- es, en primer lugar, de aquel que ha vivido una experiencia. Ésta, no obstante, no es algo que uno hace…, sino algo que me acontece, que me sucede, que irrumpe de repente y me forma, transforma o deforma. Por eso la experiencia no entra dentro del ámbito de la acción si no de la pasión; pero el testimonio es también el que es capaz de empalabrar su experiencia. Y es aquí el lugar en el que surge la narración… La experiencia no puede sino ser narrada… la transmisión testimonial permanece abierta o, lo que es lo mismo, vive del equivoco, de la ambigüedad … La narración testimonial transmite una experiencia que no tolera ser imitada y que, en todo caso permanece como inicio, no como término … Que La obertura es un elemento imprescindible en la transmisión testimonial significa que está sometida a la infinita interpretación, no a la repetición no a la imitación…” (2010:57-60)
Aunque no ofrece una didáctica de lo ético, Mèlich si destaca suficientemente la necesidad de promover en el aula una sensibilización del estudiante, de crear las condiciones para suscitar una sensibilidad ética desde la transmisión testimonial, narrativa. Intentando una aproximación a los mecanismos concretos de esa sensibilización, Mèlich, explica que las acciones, las actividades y tareas del testimonio se concretan en una “pedagogía literaria, poética, narrativa, que no habla ni de programaciones, ni de planificaciones, ni de competencias” (Mèlich 2010, p. 60), una pedagogía que no pretenda ser normalizante, generalizadora, indoctrinadora, que no aspira a la eficiente o al éxito, ni dentro, ni fuera del aula. Una pedagogía “de estilo, de efecto de formación, de azar, de acontecimiento, de tacto, de juego” (Mèlich, 2010:60), mientras que la pedagogía competitivista y eficientista se apoya, y busca formar en, un espíritu científico, objetivista, causalista.
Alternativa a las concepciones eficientistas y competitivistas
Recapitulando, me gustaría insistir en la idea de la cultura como el proceso colectivo de creación de sentido; es decir, que nuestra visión del mundo y sus efectos sobre la vida colectiva no son algo que se nos imponga fatalmente y que no podamos influir, sino todo lo contrario que tanto las ideas, a partir de las cuales actuamos, como las interacciones que sostenemos entre los seres humanos y con la naturaleza, constituyen el resultado de nuestro propio hacer; esta idea, por supuesto, tiene tras de sí una antropología que concibe al hombre como un ser que trae cosas a la existencia. como productor de sentido y como ontocreador y una idea de lo real, una ontología, irreductible a esencias perennes o a estructuras fundamentales inamovibles, todo lo contrario una comprensión de lo real como haciéndose constantemente y siempre abierto, siempre emergente, siempre inacabado, abierto a la contingencia, a la emergencia, a la ruptura, a la discontinuidad, que se complementa con una idea del hombre, también, en un permanente estado de abierto.
Concebir al hombre como ontocreador, es también pensarlo como productor de sentido, y a la educación como proceso antropogénico; como el proceso en el que los seres humanos se construyen a sí mismos en lo colectivo y en lo individual y construyen también sus interpretaciones y sus sistemas simbólicos, como el espacio social en el que la producción de sentido, es asumida como tarea específica. La educación es, desde este punto de vista, internalización de una visión del mundo, de unos esquemas de significado, de un universo simbólico, y de una ética para las interacciones humanas.
Si aceptamos que la educación es el proceso en el que se construyen tanto los sujetos como el sentido de la vida social, hemos de reconocer entonces, la necesidad de actuar desde la educación, desde la formulación de un proyecto ético pedagógico, para promover, por la vía del testimonio y el diálogo, una alternativa de cambio frente al individualismo posmoderno, frente a la deshumanización y la incertidumbre y frente al eficientismo; promover una utopía, en la que el hombre, la comunidad, la esperanza, constituyan los ejes de la vida social y del hacer humano, una utopía que convierta finalidades en aspiración y horizonte y no que busque la reproducción de conductas eficientes y certeras.
La utopía no sólo constituye imaginación y deseo, es sobre todo discurso crítico, hacer utopía es ofrecer un artefacto didáctico que permita, en el proceso educador, ver lo que de otro modo no es visible, aquello que intencionalmente o sin intención queda “oscurecido”, imperceptible, como es el caso de la ética como respuesta autónoma y genuina. En cuanto proyecto educativo, la utopía encierra, también una promesa; quiere romper el cascarón de lo aparente, para acceder a lo otro posible a partir de la inconformidad con lo existente y la conciencia de su insuficiencia.
Bibliografía:
FULLAT, O. 1984. Verdades y trampas de la pedagogía. Barcelona, CEAC.
FULLAT, O. y MÈLICH, J.C. 1995. Del animal insuficiente a los valores, en Concepción Naval. Cuestiones de antropología de la educación. Págs. 17-60. CEAC. Barcelona,.
MÈLICH, J.C. y BOXADER, A. (Coords.) (2010) Los márgenes de la moral  Una mirada ética al educación. Barcelona, Editorial grao.


[1] Ensayo en imprenta en, José A. Mateos Castro, Ángel Xolocotzi Yáñez. Coord. (2012) Los bordes de la filosofía: Educación, humanidades y universidad. México, Editorial Itaca.
[2] Doctor en pedagogía. UANL.
[3] FULLAT, O. y MÉLICH, J. C. (1995) Del animal insuficiente a los valores, en NAVAL, C. Cuestiones de antropología de la educación. Págs. 17-60. (Barcelona, CEAC).

lunes, 19 de noviembre de 2012



TEXTO EN INGLES, VERSA SOBRE LA PRÁCTICA DOCENTE: 

SUERTE CON LA INTERPRETACIÓN, SE VALE USAR EL DICCIONARIO 

The educational practice of teachers is considered as a dynamic, reflexive activity that involves events that occur in the context of student–teacher interaction, but that is not limited to what has been conceived as teaching practice, that is to say, the educational processes taking place within the classroom, but related also to the pedagogical intervention that occurs before and after the interactive processes within the classroom. This paper describes a proposal that includes three dimensions to evaluate teaching practice: 1) didactic thinking and planning; 2) educational interaction in the classroom and 3) reflection upon goals attained as a result of the operationalization of the first two dimensions. These three dimensions are interdependent, so each one affects and is affected by the other two, hence the necessity to consider them in an integral way. This proposal considers that teaching improvement programs should stem from carrying out teaching evaluation in the first place, and then proceed to teachers' training.
Key words: Educational practice, evaluation of teaching, evaluation models.


este es un documento que està publicado en internet, esta es la referencia si quieren ir a la fuente originasl: http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n41/vmendoza.html


Número 41
Introducción
Un ensayo es un diálogo. Un diálogo imaginario entre mundos en donde se da la comunicación del escritor con el cuerpo de conocimiento que está trabajando, los lectores y consigo mismo; se trata entonces de sus inquietudes de investigación más relevantes. Las novedades y sorpresas que siempre nos tiene reservado un autor mediante un ensayo, despiertan esa infinitud que todos somos. Gracias al ensayo, podemos recuperar de manera dialógica las ideas vivas de seres humanos a través del tiempo y el espacio.
Obviamente, hay diferentes maneras de acercarnos a la elaboración de un ensayo de investigación. Una es el diálogo establecido por quien ha dedicado una vida a una conversación, otra es la un aprendiz que está en una etapa de iniciación. En ambos casos el espíritu que debe reinar es la comunicación del conocimiento de forma abierta y participativa para que el ejercicio sea trascendental.
Para la redacción de un ensayo debemos de considerar que estamos manejando el lenguaje escrito de la ciencia, por lo que es necesario utilizar un sistema de codificación conforme a las reglas de comunicación del discurso científico. La elaboración de un ensayo es una tarea a la cual nos enfrentamos, cuando informamos a la comunidad sobre los resultados parciales de la investigación que estamos realizando.
En este sentido, las preguntas de investigación que guían este trabajo son: ¿qué es un ensayo de investigación científica?, ¿cuáles son sus principales características?, ¿cuáles son los elementos básicos para su elaboración?. Estos cuestionamientos por resolver conforman la estructura básica del presente documento el cual se expone como un conjunto de criterios orientadores.
El propósito es presentar una guía metodológica básica que permita al escritor analizar cuáles son los puntos fundamentales que deberá contener un ensayo y la manera en cómo puede realizar un ensayo. Por tanto, este es un documento didáctico básico que permite al escritor evaluar la producción de sus ensayos de investigación científica, siguiendo las normas fundamentales que dictaminan la producción del conocimiento.
La importancia de este documento es que está vinculado con el interés para el desarrollo de investigadores desde las aulas, desde la formación en los instrumentos de comunicación del conocimiento científico, desde el ejercicio de la docencia con responsabilidad en la investigación y la inserción en el medio. Comunidades en el que el juicio argumentado y la escritura de los resultados de la investigación sean el eje del diálogo y del debate en la búsqueda de los acuerdos.
Si consideramos que en la época actual una de las labores de mayor trascendencia en la ciencia es la construcción del conocimiento mediante la elaboración de ensayos, el presente escrito denominado: “ guía para la elaboración de ensayos de investigación”, te servirá para que tengas los principios elementales del código de comunicación científica dentro de esta modalidad.
Definición de ensayoDefinir el significado de la palabra ensayo nos es fácil, por este motivo es pertinente en primera instancia generar vías de acceso sobre el significado de la palabra. En este marco de ideas conviene destacar que el análisis comprende dos partes principales: Un primer momento que nos conduce por el sentido diacrónico de la palabra y otro momento en donde hacemos una referencia al sentido sincrónico del término. Esta metodología de trabajo nos da una visión panorámica para la reflexión sobre la manera en cómo podemos concebir la palabra ensayo desde la perspectiva de su desarrollo histórico.
Análisis sincrónico de la palabra EnsayoLas palabras como los seres humanos están situadas por su historia. Teniendo este punto de partida cabe destacar que las palabras no pueden ser comprendidas en su plenitud sin la revisión de su paso evolutivo, la diacronía de las palabras nos permite tener una biografía adecuada de sus diferentes usos. Siguiendo esta línea y aplicando los elementos que nos proporcionan la investigación de carácter etimológico, podemos afirmar que la palabra ensayo: proviene del verbo ensayar que significa probar. Aunque el término tiene un pleno uso en la época moderna, sus acepciones ya eran consideradas tanto entre los griegos como los romanos que las utilizaban como un estilo de expresión.
Pues las mismas Epístolas a Lucilio de Séneca, si uno se fija bien, no son más que 'ensayos', es decir, meditaciones dispersas reunidas en forma de epístolas (...)en los Diálogos de Platón como en las Epístolas a Lucilio de Séneca, en las Meditaciones de Marco Aurelio, en las Obras Morales o Vidas paralelas de Plutarco, se pueden encontrar los gérmenes de las que después llegarán a ser características esenciales del género. Pues las mismas Epístolas a Lucilio de Séneca, si uno se fija bien, no son más que 'ensayos', es decir, meditaciones dispersas reunidas en forma de epístolas1.
Es hasta el siglo XVI cuando esta forma de escritura adquiere las características y nombre con el que hoy en día se conoce. En la búsqueda de una definición del ensayo, es no sólo conveniente, sino preciso, remontarse a la obra de Miguel de Montaigne, creador del género ensayístico según la posición tradicional de la crítica literaria. Montaigne, en efecto, fue el primero en usar el término "ensayo", en su acepción moderna, para caracterizar sus escritos, y lo hizo consciente de su arte y de la innovación que éste suponía. En el ensayo número 50 del libro primero, que tituló "De Democritus et Heraclitus", nos da una "definición"
Es el juicio un instrumento necesario en el examen de toda clase de asuntos, por eso yo lo ejercito en toda ocasión en estos ensayos. Si se trata de una materia que no entiendo, con mayor razón me sirvo de él, sondeando el vado desde lejos; y luego, si lo encuentro demasiado profundo para mi estatura, me detengo en la orilla. El convencimiento de no poder ir más allá es un signo del valor del juicio, y de los de mayor consideración. A veces imagino dar cuerpo a un asunto baladí e insignificante, buscando en qué apoyarlo y consolidarlo; otras, mis reflexiones pasan a un asunto noble y discutido en el que nada nuevo puede hallarse, puesto que el camino está tan trillado que no hay más recurso que seguir la pista que otros recorrieron2.
La diacronía de la palabra ensayo en el siglo XX, toma una de sus principales vertientes como instrumento de expresión; a partir de esta práctica social, tanto los escritores como los editores han dado en denominar "ensayo" a un conjunto de prácticas literarias heterogéneas que por su carácter disímil son difíciles de agrupar. Si a esto unimos la vaguedad del término y la variedad de las obras, no debe extrañarnos que las definiciones propuestas se expresen sólo en planos generales. El Diccionario de la Real Academia Española define el ensayo como:"Escrito, generalmente breve, sin el aparato ni la extensión que requiere un tratado completo sobre la misma materia”3.
Esta definición, sin bien es cierta nos da un referente, resulta incompleta para reconocer todos los elementos que confluyen al interior de un ensayo. Las limitaciones que presenta la definición arriba citada, se refieren a que sólo se plantea al ensayo en su forma cuantitativa de escritura, además otra de sus limitaciones la podemos encontrar cuando nos dice que el ensayo es un género menor, considerándolo a éste como un texto que aún no ha desarrollado toda su potencialidad.
Para definir el significado de la palabra ensayo es pertinente acudir a otras fuentes con el objeto de recoger otras investigaciones que han analizado al género.
Para hallar la palabra "ensayo" con el sentido que le proporcionó Montaigne, habrá que esperar hasta bien entrado el siglo XIX. En Covarrubias el concepto se encuentra implícito en la voz "discurso": "Tómase por el modo de proceder en tratar algún punto y materia, por diversos propósitos y varios conceptos". Así lo emplearon nuestros ensayistas del siglo XVII, especialmente Quevedo en Los sueños y Gracián en Agudeza y arte de ingenio. La palabra ensayo, si bien aceptada en el siglo XIX para designar una composición literaria (en el Diccionario de la Academia Española aparece ya la definición actual), es considerada despectivamente en ciertos sectores de la crítica hasta bien entrado el siglo XX. En 1906 Baralt, en su Diccionario de Galicismos, señala acerca del término ensayo: "Aplicado como título a algunas obras, ya por modestia de sus autores, ya porque en ellas no se trata con toda profundidad la materia sobre que versan, ya, en fin, porque son primeras producciones o escritos de alguna persona que desconfía del acierto y propone con cautela sus opiniones". De forma muy semejante se expresa Mir y Noguera en 1908: "Modernamente han dado los escritores extranjeros, ingleses, franceses, italianos, en llamar 'ensayo' al escrito que trata superficialmente algún asunto, como si de él echase el escritor las primeras líneas. Esa palabra exótica va cundiendo entre nosotros. Exótica digo, por la rareza y especialidad de su significación. Porque la voz 'ensayo' o 'ensaye' siempre quiso decir 'prueba, examen, inspección, reconocimiento4.
Además de Montaigne otro de los autores que indiscutiblemente mejor ha reflexionado sobre el ensayo es el español Ortega y Gasset. En los resultados de sus investigaciones afirma que el ensayo no es un género menor dentro de la literatura.
Se trata, pues, lector, de unos ensayos de amor intelectual. Carecen por completo de valor informativo; no son tampoco epítomes —son más bien lo que un humanista del siglo XVII hubiera denominado 'salvaciones'—. Se busca en ellos lo siguiente: dado un hecho —un hombre, un libro, un cuadro, un paisaje, un error, un dolor—, llevarlo por el camino más corto a la plenitud de su significado. Colocar las materias de todo orden, que la vida, en su resaca perenne, arroja a nuestros pies como restos inhábiles de un naufragio, en postura tal que dé en ellos el sol innumerables reverberaciones5.
Esta definición que nos proporciona Ortega y Gasset, está propuesta sobre la base de un diálogo con lo expresado por Montaigne. Su interés principal radica en definir el significado y la pragmática del uso de la palabra ensayo a la cual le podemos agregar los siguientes conceptos: "En Bleznick, ensayo puede definirse como una composición en prosa, de extensión moderada, cuyo fin es más bien el de explorar un tema limitado que el de investigar a fondo los diferentes aspectos del mismo”6.
El ensayo viene a dar denominación literaria al escrito, difundido hoy preferentemente gracias a la prensa periodística, en que se discurre, a la ligera o a fondo, pues no son la inconsistencia y la brevedad condiciones esenciales suyas, sobre un tema de cualquier naturaleza que sea7.
Gómez de Baquero, nos cita que:
El ensayo es la didáctica hecha literatura, es un género que le pone alas a la didáctica y que reemplaza la sistematización científica por una ordenación estética, acaso sentimental, que en muchos casos puede parecer desorden artístico. Según entiendo el ensayo, su carácter específico consiste en esa estilización artística de lo didáctico que hace del ensayo una disertación amena en vez de una investigación severa y rigurosa. El ensayo está en la frontera de dos reinos: el de la didáctica y el de la poesía, y hace excursiones del uno al otro8.
De las definiciones expuestas, encontramos que existe una pluralidad de significados sobre la conformación del concepto y la práctica del ejercicio ensayístico. Sin embargo, esta plurivocidad de significados nos sirven de orientación, ya que si bien es cierto no existe una definición que comprenda todos los elementos constitutivos de un ensayo, si nos proporcionan las bases para entender la riqueza de sus características comunes. De éstas, podríamos extraer una primera aproximación para definir al ensayo como la preocupación estética para la creación de recursos expresivos que se suma con el afán de plantear y debatir temas de interés actual tanto en el campo de la literatura, como en el campo del periodismo o de la ciencia. Conviene destacar que la función didáctica-pedagógica que, en todas sus modalidades, se presenta en el ensayo es una de sus principales formas constitutivas: "Despertar interés en nuestras generaciones jóvenes por los atractivos problemas que nos depara el campo de las ciencias es una buena muestra de este rasgo”9.
Así entonces, el ensayo no es un discurso irresponsable sino un texto que recurre en el caso de la investigación científica a todos los elementos metodológicos de construcción de la ciencia para su elaboración. Si bien es cierto que sus conclusiones no se exponen de manera definitiva, en su contenido y forma deberá comprender todos los elementos de la investigación científica. Resignificando la definición que Gómez Vaquero nos da sobre los ensayos, consideramos que éste es el punto de frontera entre los reinos de la ciencia, la didáctica y la imaginación poética, donde el ensayista hace permanentemente excursiones hacia uno y otro punto de referencia10.
El desarrollo del ensayo en la época moderna
Como destacamos en el apartado anterior es durante la época histórica de la modernidad y específicamente con el pensamiento de Montaigne donde se reinventan nuevas formas y modalidades para el uso y la práctica del ejercicio ensayístico. "Este es el único libro de su clase en el mundo; es de una intención indómita y extravagante. En él no hay nada tan digno de ser notado como su singularidad"11.
Los antecedentes dentro de la modernidad de las reflexiones en torno a la teoría y la práctica del ensayo la podemos también localizar con el filósofo inglés Francis Bacon, quién con su libro “Ensayo sobre el entendimiento Humano”, fincará las bases del concepto moderno de lo que hoy significa la elaboración de un ensayo, sobre todo su especial énfasis para su uso en el campo de la filosofía y las investigaciones de carácter empírico.
Indiscutiblemente que este aporte del filósofo inglés responde al espíritu humanista que se venía destacando en Europa durante el siglo XVI, sobre todo si afirmamos la importancia que tiene el ensayo para el desarrollo de la creatividad en el proceso de construcción del conocimiento. Siguiendo el aporte de los primeros ensayistas, el escrito no se limita a mostrar sus pensamientos, sino que expone el mismo proceso de pensar, logrando introyectar en el receptor sus propias preocupaciones en un íntimo diálogo con el lector en una comunión de pensamientos.
Se puede afirmar que los ensayos escritos en el siglo XVI, por Montaigne y Bacon son manifestaciones excepcionales de un género de nacimiento prematuro. El espíritu existía en la época, pero el escritor todavía no disponía aún de todos los medios adecuados para la difusión de sus ensayos. Además de lo anterior, se consideraba que el ensayo era un género menor dentro del campo de producción del conocimiento científico.
A principios del siglo XVIII, con la evolución de los medios de difusión surgieron las revistas y periódicos especializados que fueron los espacios donde el ensayista podía, por primera vez, establecer un verdadero diálogo con el lector, que pasa decididamente a formar parte del ensayo. El movimiento romántico, trajo entre sus principales consecuencias el triunfo del individualismo, con éste se daría de nuevo pie a un campo fecundo para el cultivo del ensayo. El escritor lo empleará para expresar sus reacciones ante la sociedad o ante la naturaleza; por medio de ensayos expresará sus puntos de vista y combatirá aquellos que no acepta, y algo aún más importante, pensará en el público que los lee regularmente y tratará de sugerirle, de hacerle meditar, de conectar la realidad con el ideal.
Grandes herederos de esta tradición en América Latina durante el siglo XX, sólo por citar algunos ejemplos son: José Enrique Rodó, Manuel González Prada, José Vasconcelos y José Carlos Mariátegui, hasta el actual reconocimiento internacional de Alfonso Reyes, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Carlos Monsivais, Leopoldo Zea o Néstor García Canclini. Un denominador común de la temática propuesta por estos ensayistas es el problema sobre el significado de la esencia de ser latinoamericanos.
Con los aportes de estos autores y el diálogo establecido con los ensayistas europeos y norteamericanos, el término se universaliza y alcanza tal prestigio que para mediados del siglo XX su uso da espacio para incluir al género como parte de los estudios científicos, tratados y monografías, sobre todo en el campo de la crítica literaria, el periodismo o la ciencia.
Desgraciadamente, el impacto que el ensayo tuvo produjo la proliferación de su uso sobre todo en el campo académico, sin una reflexión seria sobre sus características lo que ha dado lugar a un obscurecimiento de su significado. Confusión que se aprovecha para dar cabida bajo su protección a todo aquello que es difícil de clasificar en los tradicionales géneros literarios.
El ensayo en el contexto de la ciencia
El ensayo científico es un intento por acercarnos al entorno de un problema de investigación, generar una explicación de cómo el que escribe analiza el mundo en relación con la temática propuesta. Uno de los principales valores con que cuenta el ensayo en el campo de la ciencia es el uso de la expresión personal. La expresión personal para el caso de las ciencias se refiere a la responsabilidad en la exposición juiciosa sobre el entorno que el autor tiene, en este caso estamos hablando de una interpretación de la realidad de acuerdo a cómo el autor analiza las temáticas.
En este sentido un ensayo científico se define por la posición que el ensayista toma con relación al tema, es decir, que a diferencia de otros géneros de escritura en el campo de la ciencia, el aspecto subjetivo destaca la importancia de un ensayo, y este aspecto subjetivo se localiza por los juicios que emite el ensayista sobre los temas que está abordando. Una de las funciones que tiene el ensayo es mostrar la parte interpretativa de la subjetividad del ensayista, con esto el lector podrá contar con un mejor horizonte de reflexión sobre el tema abordado.
También el ensayista cuando escribe para la ciencia puede mostrar de manera histórica cómo se dio la evolución de determinado tema o cuáles son las características evolutivas de la obra que giran en torno al tema de estudio de su interés.
Cabe destacar que el carácter didáctico-pedagógico que posee el ensayo científico hacen que éste tenga una forma especial, sobre todo si consideramos que este carácter, radica en poner lo complicado en términos sencillos y no limitar el conocimiento solamente para un grupo de especialistas. El ensayista en el caso de la ciencia tiene que poseer la capacidad de traducción del conocimiento a diferentes “juegos del lenguaje”12.
Características de un ensayo científico
Una de las principales características que define a los ensayos científicos, son las temáticas que ofrecen y que comprenden campos muy diversos como son: la historia, la ciencia, la filosofía, la política, la literatura etc.
Este ensayo considera la concepción de la vida onírica en la filosofía de Descartes (particularmente en sus Meditaciones Metafísicos) dentro de la perspectiva teórica de la fenomenología) principalmente desde la filosofía de Sartre y los trabajos fenomenológicos - antropológicos de Dieter Wyss”13.
“Este ensayo trata de ordenar mis preocupaciones de muchos años, expuestas en numerosos artículos y conferencias en Costa Rica y en el exterior"14Una segunda característica, es que su extensión no está sujeta a un parámetro determinado, ya que oscila entre algunas pocas páginas y varios cientos de ellas. La tercera característica es que la rigurosidad de los planteamientos va desde un análisis de datos empíricos hasta un detallado marco conceptual. Una cuarta característica del ensayo es que los rasgos de sus líneas de trabajo se presentan como aproximaciones, como esbozos iniciales. Citemos algunos ejemplos:
Aunque consciente de mis limitaciones, he querido ofrecer al lector una vivencia, o más bien una interpretación muy personal de los hechos relatados, buscando entrelazar lo material con lo espiritual, y el origen del ser con el principio de las grandes ideas15.
Estos ensayos – dirigidos hacia educadores, estudiantes de educación y demás personas interesadas en el tema tienen el fin de contribuir a la discusión y al análisis de nuestro sistema educativo, como paso indispensable previo a la toma de acciones para mejorarlo16.
Nos proponemos, en las páginas siguientes, describir a grandes rasgos la labor de los físicos que corresponde a la meditación pura del investigador. Nos ocuparemos, principalmente, del papel de los pensamientos e ideas en la búsqueda aventurada del conocimiento del mundo físico17.
Soltando aquí una frase, allá otra, como partes separadas del conjunto, desviadas, sin designio ni plan, no se espera de mi que lo haga bien ni que me concentre en mí mismo. Varío cuando me place y me entrego a la duda y a la incertidumbre, y a mi manera habitual que es la ignorancia18.
En el caso de la elaboración del ensayo científico, sus características no solamente radican en su extensión, también en los datos, y las teorías que se utilizan, así como el proceso mismo de pensar y las sugerencias capaces de ser proyectadas por el mismo lector. Este carácter del ensayo está determinado, en cierto modo, por el público a quien se destina.
Otra de las características fundamentales del ensayo es que permite realizar la incorporación de diversas disciplinas del conocimiento, es el ensayo el espacio en el que caben todas las disciplinas del conocimiento. La convergencia o divergencia de enfoque no sólo se pueden presentar en el ensayo para un mismo tema, sino que, es posible generar la convergencia de diferentes áreas del conocimiento para el análisis de una problemática.
Las ventajas de un ensayo
Uno de los rasgos del ensayo que ya se ha venido comentando es su agilidad. Esto quiere decir, su sencillez productiva, su capacidad de comunicar en forma directa. En el caso de los ensayos, de investigación no hay porque evidenciar de forma detallada el proceso de investigación seguido; esto porque una de las funciones sustantivas del ensayo es conocer las implicaciones temáticas y no el proceso metodológico de producción. Por tal motivo, aunque la libertad temática del género, en el caso del ensayo de investigación científica es fundamental, no implica que el ensayista de la ciencia cancele el rigor en el uso de datos, citas bibliográficas y sus correspondientes referencias documentales.
La brevedad es otra de las ventajas de un ensayo. Aunque es conveniente puntualizar que ensayos largos son también lo suficientemente virtuosos. La corta extensión permite publicarlos con mayor facilidad, obtener mayor número de lectores, producir un efecto más directo, escribirlos más rápidamente y con la adecuada oportunidad. La brevedad del ensayo y el no pretender decir todo sobre el tema tratado no significa, por tanto, que el ensayista distancie lo considerado para poder así abarcarlo en una visión generalizadora. Todo lo contrario, se intenta únicamente en el caso de los ensayos de investigación científica el dar un corte, uno sólo, lo más profundo posible, y absorber con intensidad la información y las principales interpretaciones que el tema nos proporcione.
El propósito del ensayista al internarse en la aventura de escribir un ensayo no es el de confeccionar un tratado, ni el de entregarnos una obra de referencia útil por su carácter exhaustivo. El ensayista como investigador reacciona ante la problemática que le impone un tema para marcarnos la pauta sobre una interpretación novedosa o proponernos una reevaluación de las ya en boga. Pero una vez abierta la brecha y tendido el puente del nuevo entendimiento, el ensayista, siempre deja la puerta abierta para nuevas interpretaciones; considera que su función es sólo la de abrir nuevos caminos y proponer su continuación.
La comunicación ágil, tanto entre ensayista y lector como entre ensayista y diferentes autores es otra de las ventajas que tiene un ensayo. El escritor posee la libertad de dirigirse tanto a un público especializado como a uno no especializado para interpretar un tema. Esto significa que el ensayo tiene la libertad de intercalar lógicamente las opiniones personales con la visión de los especialistas que se han ocupado del tema.
el ensayista reacciona ante los valores actuales para insinuarnos una interpretación novedosa o proponernos una reevaluación de las ya en boga, pero una vez abierta la brecha y tendido el puente del nuevo entendimiento, el ensayista, como creador al fin y al cabo, deja al especialista el establecer la legitimidad de lo propuesto, sin renunciar él mismo a continuarlo en otra ocasión19.
Esta ventaja se destaca en el sentido de que la función persuasiva del ensayo no se limita exclusivamente a la objetividad de los “hechos”, el ensayo impulsa otros recursos y otras formas persuasivas como son la metáfora, la sinécdoque o la elipsis, para la relación entre los conceptos y argumentos de manera que resulte “objetiva” la tesis que se desea demostrar.
La actualidad de los temas tratados por el ensayo representan otra de sus ventajas, en su intento de establecer un lazo de diálogo íntimo entre el ensayista y el lector, se desprende la necesidad de su contemporaneidad en el tiempo y en el ambiente. Pero el concepto "actual" no sólo hace referencia a los sucesos del presente, sino que significa con más propiedad un replanteamiento de los problemas humanos ante los valores que individualizan y diferencian a cada época de las precedentes.
El ensayista, en su diálogo con el lector y consigo mismo, reflexiona siempre sobre el presente, apoyado en la sólida base del pasado y con una propuesta cargada del deseo de anticipar el futuro por medio de la comprensión del momento actual. La conexión con el "momento actual" arranca, precisamente, de la problematización liberadora de no limitarlo a la exclusividad del presente. El ensayista escribe, es verdad, con, desde y para una época, por lo que los temas y la aproximación a ellos estarán forzosamente subordinados a las circunstancias del presente vivido. Esto impide que el ensayista libere a su obra de la nota de caducidad que supone toda sujeción a tiempos y espacios concretos propios del momento en que se escribe. Sin embargo, los ensayistas de todos los tiempos siempre han sabido conjugar lo actual en el fondo de lo eterno.
Una característica común en todas las modalidades del ensayo es su condición subjetiva; y es este subjetivismo el que paradójicamente causa la ambigüedad y la dificultad en las definiciones del género. Es lo subjetivo al mismo tiempo la esencia y la problemática del ensayo, ya que si bien es cierto que el ensayista expresa lo que siente y cómo lo siente, no por eso deja de ser consciente de la función peculiar que tiene en su doble aspecto de artista de la expresión y de transmisor e incitador de ideas. Es decir, el lirismo innato del ensayista queda modulado al ser sometido a la razón en un proceso más o menos consciente o patente de organización que lo haga inteligible y convincente, pues aunque el ensayo no pretende convencer, es inevitable reconocer que todo buen comunicador desea lograrlo; por lo tanto, el ensayo se convierte en una mezcla de subjetivismo y objetivismo en su capacidad convocatoria y descriptiva de un tema.
Cabe destacar que al escribir un ensayo dentro del campo de la investigación, el ensayista tendrá que dialogar con el contexto normativo que hace posible la elaboración de un texto de investigación. Sin embargo, esto no significa que el ensayista a pesar del rigor que requiere la escritura del conocimiento científico, no nos haga partícipes de su tiempo, sus temas predilectos permitiéndonos penetrar en su mundo al entregarnos no sólo sus pensamientos, sino también el mismo proceso de pensar.
Si bien es cierto, que como hemos indicado, el investigador expresa a través del ensayo sus sentimientos y no por este motivo el ensayo científico tendrá que excluir el pensamiento sistemático y los criterios de objetividad que marca la ciencia. La verdad del ensayista que escribe para la producción de un conocimiento científico, se presenta bajo la perspectiva subjetivista del autor y el carácter normativo de la ciencia20.
El ensayista, en su doble aspecto de estilista y de pensador, deberá destacar la fuerza de su persona. Incluso podríamos decir que el subjetivismo queda plasmado desde la elección del tema. Es esta motivación interior la que elige el tema y su aproximación a él; y como el ensayista expresa no sólo sus sentimientos, sino también el mismo proceso de adquirirlos, sus escritos poseen siempre un carácter de íntima autobiografía.
La metodología para la realización de un ensayo de investigación
A continuación ofrecemos un conjunto de recursos para la elaboración de un ensayo. Una de las primeras cosas que realizamos cuando iniciamos una investigación es el proceso de planeación, así la metodología para la elaboración de un ensayo de investigación depende en gran medida de las etapas de investigación, sistematización y exposición de resultados; dicho de otra manera significa el arte de buscar información, ordenar los datos obtenidos y decir de manera escrita las ideas o pensamientos construidos, que en definitiva constituye la materia que conocemos como texto. En este caso, el resultado dependerá de la relación que el investigador establece, al momento de escribir, entre realidad, pensamiento y lenguaje, además del proceso principio-medio-fin, que en materia de redacción consiste en atender de forma estricta a las etapas de planeación, producción y revisión. En sentido general podemos afirmar que gran parte de los problemas de la redacción de un ensayo se deben fundamentalmente a que el escritor no planea sus ensayos ni los revisa una vez concluidos.
La planeación de la escritura
Tal como sucede en el caso de la investigación que tiene como origen el planteamiento de un problema que es producto de la revisión rigurosa de las fuentes de información, el proceso de redacción de un ensayo inicia con la lectura de los materiales que han de proporcionar datos, ideas, juicios y pensamientos que deseamos plasmar en nuestro documento. En este sentido, la lectura de los materiales deberá hacerse de forma dialógica, cuestionándonos si verdaderamente hemos entendido el contenido temático propuesto por los materiales leídos; una vez realizado este proceso, el segundo paso consiste en la reflexión en torno al cuestionamiento sobre si estamos de acuerdo o no con las ideas o metodología expresadas en los documentos. La forma de enfrentarnos a estas dos situaciones constituye el tema que nos proponemos escribir, éstas son las ideas que incorporamos a nuestro pensamiento y que exponemos en el tema del ensayo.
De una primera evaluación de la información obtenida sobre la compresión del tema y nuestra postura con respecto a éste, resultará lo que se denomina como el proceso de planeación, es decir, el surgimiento de las ideas y su organización mediante un sistema jerárquico. Se trata de ordenar y clasificarlo que constituye nuestro propósito de investigación y su escritura.
Un esquema de organización de ideas le da rigor a nuestro pensamiento científico y para ésto nos podemos valer de un “árbol de ideas” o “sistema de cuadros sinópticos”, con el cual ordenaremos los datos jerárquicamente, primero la idea principal y luego sus diversas derivaciones21.
Una vez que tenemos este esquema, el siguiente paso es enumerar o jerarquizar la información de acuerdo a como pensamos exponerla en nuestro escrito. Esto significa que tenemos el esquema o índice preliminar del trabajo. Cabe destacar que este esquema no solamente nace de la manera en como nosotros concebimos el orden de las ideas, también responde al diálogo permanente con los materiales que se están consultado. El ensayo científico muestra una clara visión de los contenidos de las obras con relación a un tema, pero además, incorpora nuestro juicio de por qué es importante lo que un autor menciona, por ejemplo, el ensayo podría destacar la información de un autor respecto a otro a través de diversos mecanismos como: marcar las ventajas de un modelo de pensamiento, presentar las causas o efectos de un sistema, también puede ser la confrontación de dos corrientes o de dos resultados.
Escritura o redacción de un ensayo
Podemos definir el trabajo científico como una construcción unitaria cuyos elementos se conjugan de tal modo que todos se apoyan para dar como resultado un texto escrito. Esta estructura supone un estrecho vínculo entre las partes y sus relaciones. El escritor es el que nos guía mediante la organización de las ideas y los pasos de la exposición.
Cada oración, párrafo o capítulo girará, en la medida de lo posible, alrededor de un hecho o idea, desenvolviendo sus aspectos de tal manera que constituyan una unidad, como una auténtica columna vertebral del cuerpo del texto. En términos generales tanto para las oraciones, como para los párrafos y los capítulos, y en todo caso para el conjunto general del escrito, su estructura comprende: la presentación de una idea, luego las explicaciones, pruebas, discusiones o ampliaciones, para terminar con un enunciado de la idea principal en un tono rotundo y definitivo.
La recopilación de los diversos juicios o afirmaciones que se van exponiendo durante el ensayo constituyen el motivo principal de la conclusión.
Revisión final o evaluación de la escritura del ensayo
Con base en los elementos arriba planteados en el sentido de que es necesario planear para poder escribir bien, el texto podrá ser evaluado en función de los objetivos propuestos y sus metas. Conforme se va avanzando en la redacción del trabajo, se van descubriendo algunos defectos o errores en las partes ya escritas, no necesariamente se requiere retroceder en el trabajo, es conveniente llevar una libreta donde se anoten los asuntos pendientes, hasta cuando concluya la revisión del primer borrador: es en este momento cuando se hacen los ajustes pertinentes con mucho mayor rigor, corrigiendo en función de la estructura total del ensayo.
Una primera lectura evaluativa al interior de la obra nos permitirá descubrir más errores que si se hace ésta de manera parcial. También es conveniente dejar un tiempo de “reposo” al trabajo y no revisarlo de manera inmediata, con el objeto de tomar distancia y así posteriormente leerlo con mayor objetividad.
Primero, se sugiere revisar el cuerpo del trabajo y cuando hayamos terminado, proceder a revisar las conclusiones y la introducción considerando que estas dos partes constituyen el fin y el principio del trabajo además de ser los elementos que siempre se redactan hasta el último. Otras sugerencias son: la conveniencia de hacer una lectura del trabajo con un grupo de especialistas en voz alta para afinar los detalles, también se recomienda que el trabajo sea sometido a la revisión de expertos que nos podrán hacer sugerencias.
Las partes de un ensayo de investigción científica
Un ensayo de investigación se presenta con las siguientes partes:
Portada
En este espacio se colocan los elementos básicos que son:
El título.
La institución donde se publica.
El autor.
La fecha de publicación.
Es conveniente resaltar que el título de un ensayo científico debe describir el contenido del trabajo de forma clara y precisa, que el título le permita al lector identificar el tema fácilmente, y al bibliotecario catalogar y clasificar el material con exactitud.
Debe ser corto (no exceder de 15 palabras) sin sacrificar la claridad, para ello debe evitarse el uso excesivo de preposiciones y artículos, el utilizar exposiciones repetitivas como por ejemplo: estudio sobre...; investigación acerca de....; análisis de los resultados de....; etcétera, y el uso innecesario de subtítulos.
En el caso de un escrito de investigación, en especial de un ensayo, el título es lo último que escribo, el tener la idea del ensayo en general y la identificación clara y precisa del problema y de los objetivos, facilita la redacción del título. Esto no significa que para motivos de la planeación yo no tenga previamente un tema desarrollado.
ÍndiceEn este lugar se colocan de manera esquemática los temas que comprende el contenido del ensayo presentado.
Resumen
Esta parte del ensayo tiene como objetivo orientar al lector a identificar la relevancia del contenido básico de la temática de forma rápida y exacta. El contenido del resumen debe expresar de forma clara y breve: los objetivos y el alcance del estudio, los procedimientos básicos, los métodos, los principales hallazgos y las conclusiones.
En este punto debe situarse la investigación en tiempo y lugar; presentar los límites de validez de las conclusiones.
Debe redactarse en tercera persona, tiempo pasado, excepto la frase concluyente; excluir abreviaturas y referencias bibliográficas.
El resumen puede clasificarse en: descriptivo, informativo y estructurado. El descriptivo, da una idea global del estudio, su extensión es de 50 a 100 palabras. Por lo general no es recomendable para revistas científicas. El informativo es similar a un miniartículo, su extensión es de entre 100 a 150 palabras. El estructurado, se estructura en apartados: objetivos, diseño, lugar/circunstancias, objeto de estudio, intervención, mediciones, principales resultados y conclusiones.
En el caso de que la revista donde se publicará el ensayo tenga normas editoriales, éste se deberá ajustar a los criterios específicos de la normatividad señalados en la política editorial. Cabe destacar que uno de los errores más frecuentes en los ensayos de investigación publicados es no incluir el resumen o hacerlo inteligible.
Introducción
La introducción constituye una de las partes sustantivas de un ensayo, es muy importante, porque representa la presentación del tema que se va a desarrollar en el ensayo. Con ella vinculamos al lector con el contenido, siendo una de sus finalidades básicas el convencerlo de la trascendencia de la investigación presentada.
En este acápite se debe identificar nítidamente el problema y encuadrarlo en el momento actual, se recomienda hacerlo de forma interrogativa, comunicar de forma clara los objetivos del ensayo, exponer brevemente los contenidos más relevantes, destacar la importancia que el tema tiene, justificar las razones por las que se realiza la investigación y formular las hipótesis.
Es recomendable que en la introducción no se pongan las conclusiones del ensayo y solamente se haga una invitación para encontrarlas en el trascurso de la lectura.
Desarrollo temático
En el desarrollo se exponen los contenidos del ensayo. En el caso de ensayos de investigación, se puede utilizar el sistema de diálogo entre los avances de mi investigación y los resultados producidos por otros investigadores. Cada párrafo ejemplifica una idea o justifica la idea expuesta. Aunque todo ensayo tiene la pretensión de ser leído por cualquier tipo de público, el ensayo de investigación científica no puede perder de vista el uso de los referentes categoriales de la investigación, además del uso adecuado de lenguaje propio de la ciencia que se está trabajando.
Para lograr una mayor claridad en las ideas expuestas en un ensayo, el autor se puede valer del uso de las figuras retóricas, con el objeto de establecer diferentes niveles de traducción del lenguaje de conocimiento científico.
La lógica de exposición del desarrollo de un ensayo puede ser deductiva, ésta es la que parte de las ideas generales para después llegar a las particulares. Otra forma de exposición es mediante el método inductivo donde se expone un caso particular –debidamente documentado- para después llegar a un sistema general de ideas o fundamentos. Una tercera forma de exponer el desarrollo de un ensayo es mediante el método dialéctico que consiste en confrontar dos tesis y posteriormente establecer una síntesis. En el desarrollo, se presentan las tesis que sustentan el problema de investigación a través del análisis de los juicios que giran entorno a las posturas que tiende a defender la tesis.
No podemos olvidar que uno de los fundamentos del conocimiento científico es la objetividad de sus conocimientos. Para lograr lo anterior, el investigador tiene como condición necesaria pero no suficiente (ya que existen otros criterios de objetividad), mostrar el trabajo de investigación documental en donde se apoyan las tesis que está exponiendo dentro de un ensayo de investigación. Para lograr esto, en el desarrollo de un ensayo de investigación las tesis principales deberán estar debidamente anotadas, mediante el sistema de referencias documentales propuesto por el autor o por la institución que lo está publicando. Se pueden insertar las referencias documentales en el cuerpo del ensayo (sistema harvard) o al pie de página (sistema francés clásico). Los referentes documentales utilizados de los diferentes autores consultados, quedarán inscritos dentro de las comillas en el texto y deberán estar interpretados por parte del autor del ensayo.
Además de las citas textuales, se puede utilizar el sistema de interpretación, a través de la exposición mediante el parafraseo de los datos relevantes seleccionados en la investigación documental. En este caso, la referencia tendrá el código adecuado dentro del sistema de referencia documental que se está utilizando y los datos que identifican al texto.
Las notas al pie de página también cumplen una función aclaratoria de los conceptos en términos semánticos bien nos permiten ampliar el horizonte de compresión de una idea.
Conviene subrayar que la elaboración de un ensayo de investigación no es un gran resumen o síntesis de lo que otros autores ya han dicho, es una construcción personal que muestra los avances en el conocimiento que en lo personal estás proponiendo a la comunidad a partir de un cuerpo de teorías existentes, destacando tu aporte personal acerca del tema central del ensayo.
ConclusionesEn este acápite debe presentarse la información pertinente al alcance de los objetivos del estudio y el problema en correspondencia con los hallazgos de la investigación. Las conclusiones deben seguir una secuencia lógica, mencionando los puntos relevantes, incluso aquellos contrarios al problema de investigación, se debe informar a detalle para justificar las conclusiones.
En este apartado también se deberá mostrar la solución o posible aproximación a la solución del problema expuesto durante el ensayo. Se busca recuperar los cuestionamientos presentados en la introducción o el cuerpo del trabajo. Si el caso así lo demanda, se pueden incluir nuevos cuestionamientos sobre el tema que expresen la necesidad de seguir investigando y construyendo con relación al tema.
La conclusión se estructura a través del regreso al problema de investigación, con la finalidad de resaltar la importancia de los argumentos que validaron la conclusión para finalmente atar cabos y dar respuesta a las interrogantes planteadas.
El criterio básico de redacción de una conclusión es la coherencia con nuestras ideas. Es en el desarrollo del ensayo donde encontraremos las ideas que le dan coherencia a la conclusión. Es decir, se deberá dar cuenta “desde dónde” se partió y “hasta dónde”, se llegó.
Fuentes de investigación documentales
Un ensayo de investigación pierde objetividad cuando carece de fuentes de investigación documental. Éstas le dan relevancia, ya que representan uno de los principales criterios de objetividad que se deberán mostrar en trabajos de investigación. Cabe subrayar que es necesario incluir los datos básicos de la bibliografía según sea el criterio de investigación documental que se esté utilizando.
Conclusiones
Desde el momento en que el hombre escribe y expresa sus pensamientos en forma comprensible a los demás, se cumple el fin del lenguaje en tanto trasmitir lo pensado a lo escrito. El uso del lenguaje es un fenómeno complejo en el cual si fácil no es hablar, tampoco lo es escribir con corrección.
El problema de elaborar un ensayo por quien ignora lo más elemental de las reglas para su elaboración, y se puede decir que no es por lo que escribe sino por el cómo lo escribe, resulta ininteligible en ciertas ocasiones. Como hemos visto en el trascurso de este documento, el ensayo científico requiere para su elaboración de precisión, elegancia, claridad y armonía.
El científico necesita expresar sus pensamientos escritos con objetividad pero además con corrección y elegancia. Es preciso, por lo tanto desarrollar permanentemente la elaboración de ensayos para adquirir la habilidad a fuerza de tropezar con las dificultades. Es verdad que algo de este arte no se aprende; mucho depende del empeño y el trabajo. El arte de escribir ensayos de investigación científica es el producto de un arduo esfuerzo.
Al escribir un ensayo se establece un diálogo con las palabras y las frases, corrigiéndolas una y otra vez. Este arte lleva consigo la virtud de la paciencia. En este sentido cada escritor podrá crear un estilo propio para expresar sus ideas y pensamientos.
Aprender la manera en cómo se elabora un ensayo obliga al investigador a estudiar los infinitos recursos que este género tiene para huir de la monotonía y pobreza de vocabulario. Una vez que se ingresa por este género sin dudas, se convierte en un compañero inseparable de aquel que nunca pierde de vista el ánimo de construir nuevos conocimientos.
En la publicación y lectura de los ensayos deberán no sólo estar presentes frases hechas, sino pensamientos e ideas que contribuyan a engrandecer nuestras aseveraciones y nuestra autoridad en la escritura. Un investigador no está exento de estas exigencias porque el arte de escribir también está presente en los trabajos científicos. La ciencia precisa de conocimientos rigurosos, objetivos y receptivos a la crítica.
Los aportes científicos requieren de precisión al presentar los resultados, ellos deben de estar distantes de lo fugaz y lo impreciso.
Sin la contribución de los ensayos la ciencia moderna resultaría inconcebible. Es, por lo tanto, imprescindible para cualquier científico, investigador, profesional o estudiante, el dominio del lenguaje escrito y de sus diferentes formas en el ámbito de la comunicación científica.
Dentro del ensayo el lenguaje científico, se mantiene abierto a través de la dialéctica del rigor donde las frases deberán ser exactas y claras, en comunión con la libertad que el género nos aporta.
Es importante considerar que el ensayo es hijo en gran parte de la paciencia, si los grandes del mundo literario deben, asimismo, su grandeza a la capacidad de trabajo; fácil será comprender que el reto para el académico y el científico radica en la creación de su estilo propio de escritura, sobre todo si se considera que en el arte de escribir está la perpetuidad de su trabajo a las futuras generaciones.

Notas:
1 Gómez José Luis, Teoría del Ensayo, p 762 Michel de Montaigne. De tres comercios. En <http://www.relatocorto.com/montaigne.html>. Septiembre 20043 Diccionario de la lengua española, p 543.4 Gómez José Luis, op-cit, p 94.5 Ibid, p 96.6 Ibid p 97.7 Ibid p 99.8 Idem.9 Ibid 120.10 Cfr. Ibid, p 10311 Ibid, p 122.12 La categoría de”juegos del lenguaje”, refiere a que se puede traducir un aspecto teórico con un ejemplo cotidiano o hacer corresponder el concepto con un campo de la función estética del lenguaje como la metáfora poética o el uso de otras figuras retóricas del lenguaje.13 Ibid p 56.14 Figueres José. La pobreza de las naciones. En Ibid p 78 15 Jaramillo J. La aventura humana. En ibid p 79.16 H. Pérez. Ensayos sobre educación. En ídem.17 Einstein A. La Física, aventura del pensamiento. En ídem. 18 M. De Montaigne. Ensayos. En Ibíd. p 56.19 Gabriel Vargas Acuña; Redacción de Documentos Científicos, Informes Técnicos, Artículos, Científicos, Ensayos. Escuela de Ciencias del Lenguaje. En <http://www.cientec.or.cr/concurso2/concepto.html>. Octubre 2004.20 En el caso del ensayo periodístico o literario, es necesario que el ensayista se sepa entre amigos, que converse con los lectores que asiduamente lo leen, no como el escritor consciente y preocupado del valor de la palabra escrita, sino con la confianza que emana de la charla de café. Sólo así estará incitado a escribir también de las cosas en apariencia triviales y a entregársenos en cada rasgo de su pluma. Si los ensayos son producto de la personalidad del escritor, también lo son de las circunstancias y del tipo de género para el cual se está escribiendo.
21 Un modelo de planeación detallado de la escritura se encuentra en el esquema de trabajo propuesto por: Cfr. Casanay Daniel; La cocina de la escritura, p 64.

Referencias:
Casanay Daniel. La cocina de la escritura, Anagrama, Barcelona 1995, 10ª, 255 pp.
Gómez José Luis, Teoría del Ensayo. Cuadernos Americanos, UNAM, 1995, 228 pp.
Real Academ ia Española, Diccionario de la lengua española, Espasa-Calpe, España 1970, Vol III, 719 pp.
Ciberigrafía
Gabriel Vargas Acuña; Redacción de Documentos Científicos, Informes Técnicos, Artículos, Científicos, Ensayos. Escuela de Ciencias del Lenguaje, ITCR 1996. En <http://www.cientec.or.cr/concurso2/concepto.html> Octubre 2004.
Michel de Montaigne. De tres comercios. En <http://www.relatocorto.com/montaigne.html>. Septiembre 2004.

Salud Socorro Jaramillo Ríos
Víctor Manuel Mendoza Martínez
Centro Cultural Universitario Justo Sierra, México